LLAMADA

 

“¿Quién es el que quiere la vida y desea gozar días felices?” (R.B. Pról. 15)

 

¿Puedes? ¿Quieres? ¿A qué esperas?

 

La vida consagrada tiene un carácter vocacional; se trata de un proyecto de vida que exige una determinación espiritual, que afecta a todas las dimensiones de la vida, que pide exclusividad, entrega, fidelidad absoluta y que es animado por una pasión: el amor de Dios.

Energía interior, movimiento del corazón, que alimenta toda vocación religiosa, tanto en su origen como en su crecimiento.

Nuestro Santo Padre Benedicto XVI nos comenta: “Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien, como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana. Apoyados en su amor no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer, a menudo, son los principales criterios por los que se rige la existencia”.

No cabe duda de que muchos han llegado a replantearse el sentido de su vida desde la fe y no pocos dan una respuesta generosa a Dios.

Una santa no es aquella que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino la que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos, quien inspire cada iniciativa y sostenga cada silencio. Tómate en serio la común vocación a la santidad “tomando por guía el Evangelio” (R.B. Pról. 21).

 

Cruz JMJ entrando al Monasterio    
La Cruz y el icono de María, donados por el Beato Juan Pablo II a la JMJ, fuente inagotable de vocaciones, visita nuestro Monasterio.

 

Que sepas responder a la llamada de Cristo, iluminada por la gracia divina, con determinación, para ofrecerle lo que hay en ti, confiando en que Dios nunca abandona a quienes lo dejan todo por su gloria.

Nuevamente Benedicto XVI nos dice: “Todos tenéis una vocación personal que Cristo ha querido proponeros para vuestra dicha y santidad. Cuando uno se ve conquistado por el fuego de su mirada, ningún sacrificio parece ya grande para seguirle y darle lo mejor de sí mismo”.

Podemos ofrecerte unos días de silencio, escucha, discernimiento. La oración litúrgica cantada será el clima que te facilite ese encuentro que tu corazón desea, y puedas escuchar y responder a esa voz interior que te llama a algo grande que Dios ha soñado para ti.

 

¿Puedes? ¿quieres? ¿a qué esperas?.

Si puedes y quieres, ¿qué haces con tu vida?

¡Te esperamos!